viernes, 27 de abril de 2012

Pensamientos sobre “Levedad”

 

Leyendo el artículo de Manuel Vicent en su columna, uno se cuestiona si la magia de la creatividad, de la reflexión y de las emociones está desapareciendo. A estas alturas de nuestra civilización se han dado muchas respuestas de quiénes  y cómo somos. La mayoría las desvela la ciencia que se ha proclamado la única que dispone de un método científico cuya significado etimológico es camino a seguir hacia el conocimiento.

Sin embargo no existe una única manera de caminar ni tampoco se da una exclusiva forma de conocimiento. Puede que la neurología haya asesinado el alma transformándola en pensamiento y encerrándola en el cerebro. Y aunque ello desvele una parte de lo que somos no explica la necesidad creadora y emocional que requerimos, aquello que nos hace vibrar y sentirnos vivos, aquello sin lo cual nos hallamos vacíos.

 Y ese desierto de desencanto y desaliento se extiende por lo que los antiguos sabios llamaban psique. Estos vacuos sentimientos nos dominan y suprimen emociones como la ilusión que provocan los sueños y la creencia en ellos, aquello que nos arrastra a la pasión de la vida. Aquello que nos hace creadores y que de lo que ahora carecemos.

Este punto de la historia del ser humano se diferencia no sólo porque se observa miedo, avaricia, inseguridad e ignorancia sino porque también la vacuidad se ha extendido por nuestras emociones. Ese vacío no es debido a lo que la ciencia ha mostrado qué somos y cómo funcionamos sino al hecho de que hemos abandonado los sueños, la reflexión, la creatividad y la expresión, como muestra Vicent.

En esta situación de desgarro existencial más que nunca debemos reunirnos para discurrir y germinar aquello que otros antecesores ya hicieron crecer. Es el momento de plasmar desde las diferentes formas de conocimiento la amargura de la situación y proponer soluciones expresadas a través de las diferentes ramas del humanismo y de intentar asentar unas bases.

Tal vez así se pueda llegar a esa parte que la ciencia y el reduccionismo son incapaces de llenar y, producir, así, el cambio histórico que el pensamiento y la cultura han llevado a cabo mediante la expresión hecha realidad por la mano de quienes han escrito, hablado, pensado, en definitiva se comunicado. Es la hora de que aparezcan esos grandes pensadores.