Leyendo el
artículo de Manuel Vicent en su columna, uno se cuestiona si la magia de la
creatividad, de la reflexión y de las emociones está desapareciendo. A estas
alturas de nuestra civilización se han dado muchas respuestas de quiénes y cómo somos. La mayoría las desvela la
ciencia que se ha proclamado la única que dispone de un método científico cuya
significado etimológico es camino a seguir hacia el conocimiento.
Sin embargo
no existe una única manera de caminar ni tampoco se da una exclusiva forma de
conocimiento. Puede que la neurología haya asesinado el alma transformándola en
pensamiento y encerrándola en el cerebro. Y aunque ello desvele una parte de lo
que somos no explica la necesidad creadora y emocional que requerimos, aquello que
nos hace vibrar y sentirnos vivos, aquello sin lo cual nos hallamos vacíos.
Y ese desierto de desencanto y desaliento se
extiende por lo que los antiguos sabios llamaban psique. Estos vacuos sentimientos
nos dominan y suprimen emociones como la ilusión que provocan los sueños y la
creencia en ellos, aquello que nos arrastra a la pasión de la vida. Aquello que
nos hace creadores y que de lo que ahora carecemos.
Este punto de
la historia del ser humano se diferencia no sólo porque se observa miedo,
avaricia, inseguridad e ignorancia sino porque también la vacuidad se ha
extendido por nuestras emociones. Ese vacío no es debido a lo que la ciencia ha
mostrado qué somos y cómo funcionamos sino al hecho de que hemos abandonado los
sueños, la reflexión, la creatividad y la expresión, como muestra Vicent.
En esta
situación de desgarro existencial más que nunca debemos reunirnos para
discurrir y germinar aquello que otros antecesores ya hicieron crecer. Es el
momento de plasmar desde las diferentes formas de conocimiento la amargura de
la situación y proponer soluciones expresadas a través de las diferentes ramas
del humanismo y de intentar asentar unas bases.
Tal vez así
se pueda llegar a esa parte que la ciencia y el reduccionismo son incapaces de
llenar y, producir, así, el cambio histórico que el pensamiento y la cultura han
llevado a cabo mediante la expresión hecha realidad por la mano de quienes han escrito,
hablado, pensado, en definitiva se comunicado. Es la hora de que aparezcan esos
grandes pensadores.
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